CONFLICTOS FAMILIARES DERIVAN EN FRACASOS EMPRESARIALES
En las empresas familiares indefectiblemente se presentan tensiones tanto de tipo patrimonial, de poder (en las fuerzas de gobierno), como en la gestión empresarial (en las preferencias sobre quién y cómo preside la gestión empresarial). La actividad empresarial familiar suele degenerar en eventos de conflictos de intereses o problemas de manejo entre sus asociados. Los art 102 y 435 del Código de Comercio hacen alusión a sociedades familiares, el Artículo 6 del Decreto reglamentario 187 de 1975, que también hace mención a este tipo de empresas, menciona que se considera de familia la sociedad que esté controlada económica, financiera o administrativamente por personas ligadas entre sí por matrimonio o por parentesco hasta el segundo grado de consanguinidad o único civil. Se entiende que aunque hay algunas disposiciones que soslayadamente tratan la asociación empresarial familiar, las sociedades de familia no están definidas en la ley, ni tienen una regulación expresa, sino que son reconocidas por la ley.
Los lazos de consanguinidad o afinidad en materia societaria, no devienen exentas de relaciones de afecto y sensibilidades y en intereses en conflicto. Situaciones de familia como separación de bienes, liquidación de la sociedad conyugal o patrimonial y los procesos sucesorales, tienen fuerte incidencia en la vida empresarial, pues suele ocurrir que el objetivo ya no es el interés por el mantenimiento y continuidad de la dinastía empresarial, sino mas bien el aliciente de muchos de sus miembros se orienta a las ganancias económicas que les pueda representar a corto plazo. Irregularidades en las convocatorias y en el desarrollo de juntas de socios o asambleas de accionistas, asincronías en la contabilidad de información de soslayo, extralimitación de las funciones de los administradores o impedimento del ejercicio del derecho de inspección, entre otros asuntos que pueden ser detonadores de afectación negativa del buen clima familiar y societario que debería sucederse, máxime si la empresa familiar se encuentra en la segunda o tercera generación, donde se unen nuevos intereses, y pueden afectar la visión de entender la empresa como un proyecto a largo plazo, y por algunos se percibe como el beneficio personal de “la caja menor de la familia”, que trae como consecuencia una suerte de repartición de culpas y pasivos, una vez el patrimonio empresarial familiar ha sido dilapidado; no en vano la estadística mundial que establece que solo el 13% de las sociedades empresariales familiares pasan a la tercera generación.
Una forma de morigerar el conflicto societario y familiar, está en conciliar las interacciones o los intereses en torno al patrimonio, propiedad, gestión, poder y gobierno; en encontrar instrumentos jurídicos, de gestión, y estructuras de gobernanza que aporten soluciones efectivas, y que brinden a sus miembros el principio de la confianza y ayuda mutua que presupone una relación filial, familiar y societaria en aras de maximizar el patrimonio de la organización donde convergen la propiedad, la empresa y la familia.